EL CUARTEL DE LOS FEDERALES
María Guadalupe Andrade Palacios
Hace mucho tiempo, en el año 1821, cuando México ya era libre, los federales tenían su cuartel en pinos para cuando los invadieran, así pudieran protegerse. Un día llegó un señor que era muy elegante y apuesto, el señor se llamaba Eric, vino a entregarle un mensaje a Osvaldo el jefe de los federales, paso el tiempo y Eric se convirtió en federal, fue así que se encontró a una muchacha muy hermosa que se llamaba Paloma, quien era la hija de Osvaldo.
Dicen que ahora se oye que están marchando en el cuartel de los federales y otros dicen que lo han visto sin cuerpo y que es Eric, el amado de Paloma, se aparece a las 12:00 de la noche en el cuartel de los federales, esperando encontrar a su amada.
EL MONJE DEL SOTANO DEL TEMPLO DE SAN FRANCISCO
Diana Lisset Reyes Guerrero
El Convento de San Francisco de Pinos, fue levantado como los demás de esta región Huachichila, hacia el año de 1610; para civilizar a los chichimecas habitantes de esta región, de este modo se asentaban a los pueblos para vivir pacíficamente, erigir estos templos era un elemento valioso e indispensable en el proceso civilizador de los Huachichiles, fueron los religiosos principalmente franciscanos responsables de la pacificación.
Platicaba Don Gilberto Álvarez, un minero oriundo de Pinos, muy serio en su forma de ser, en una ocasión que se encontraba reunido con varios gambusinos, les comentaba que él estaba espantado. Que un día había bajado por el Tiro de Candelaria hasta el nivel 100 y que había caminado en un crucero que se encontraba hacia el oriente y caminando más o menos al nivel de la distancia del templo de San Francisco, estando a solas y en completa obscuridad empezó a escuchar unos murmullos que le decían; hijo mío Gilberto, por el amor de Dios salva mi alma, estoy en el sótano del templo de San Francisco.
Decía Don Gilberto que por eso el aspecto que él tenía (cadavérico), obedecía a que continuamente escuchaba esas voces que pedían la salvación de su alma.
Años después Don Gilberto fue contratado como carpintero en la restauración del piso de este Templo, aprovechando esta oportunidad que se le presentaba, busco la entrada del sótano, decía que no batallo nada para encontrarlo, pues las voces lo iban guiando al lugar donde se encontraba la entrada, fue bajando los escalones de uno a uno muy despacio, pues su temor era mucho, cuando llego al último escalón del sótano, encontró en el centro una mesa y una silla y un monje sentado momificado, como leyendo libros antiguos, al voltear hacia los lados, vio muchos cuerpos de indígenas igualmente momificados; lo que lo impresiono también fue que veía muchos valores (baúles con dinero antiguo, Cristos, candelabros), así como libros, sotanas y otros artículos. Fue tanto su asombro que salió muy asustado sin tocar nada y dejando todo como lo había encontrado.
Al pasar los años comentaba Don Gilberto que seguía escuchando aun dormido las voces del monje del sótano de San Francisco. Él creía en su interior, que podría ser el alma de un monje que estaba penando, porque dejo a los indígenas que murieran de hambre y de sed, ya que no los dejaban salir del sótano hasta que se aprendieran los evangelios.
Don Gilberto vivía solo y comía de la caridad de los vecinos, nunca fue ambicioso, encontró muchas minas ricas de oro y las regaló a sus amigos gambusinos, murió en la pobreza dejando como enseñanza que aun teniendo un tesoro en las manos nunca hay que tomar lo que no es nuestro.
El tesoro aun esta en el mismo lugar, hoy en día hay gente que comenta que cuando cambiaron el piso de madera al actual, hubo quien encontró la entrada al sótano, pero nadie se atrevió a entrar.
UN ALMA EN PENA
Galilea Rodrguez Orea
Caminamos por las calles de Pinos y al llegar a un lugar nos contaron la siguiente leyenda que quiero relatarles pues a pesar de ser triste es muy bonita.
Cuentan que hace 100 años vivía en Pinos una muchacha llamada Matilde, a ella le gustaba bailar, cantar y era muy devota y 2 veces por semana llevaba velas a la iglesia al sagrado corazón de Jesús. Un día al salir de la iglesia Matilda se quedo en el jardín principal y conoció a Juan un muchacho humilde y guapo. La relación no era bien vista por la familia de Matilda pues ella era de una buena posición económica, y su tío Ernesto quien estaba a cargo de ella era un sargento muy serio y amargado. A pesar de esto Juan y Matilda se enamoraron y decidieron casarse aun en contra de la familia de ella. Llego el día de la boda, ella se veía preciosa pero estaba triste pues su tío Ernesto se negó a entregarla en el Altar, solo su madre la acompañaba, a Juan se le hizo tarde y su llegada solo para decir:
-Matilda, te amo más que a mi vida pero no podemos casarnos.
-¿Pero porque me haces esto Juan?
-¡Hasta nunca amor mío!
-¡Te esperare toda la vida!
Ella corrió al parque en el mismo sitio donde se conocieron, fue al monumento de Miguel Hidalgo (1910), y juro no moverse de ahí hasta que su amado regresara. Su tío Ernesto fue a ver a Matilda y le dijo que la boda entre ella y Juan era imposible pues eran primos hermanos:
-Juan es mi hijo lo tuve con una india y mi posición no me permite reconocerlo, pues soy un hombre honorable.
-¡Eres un mal hombre tío, me has matado en vida!
El Sargento al llegar a su casa decidió suicidarse.
Matilda murió en el parque, llena de soledad y de tristeza pues no volvió a saber de Juan.
LA HIJA DEL TENIENTE ROCHA
Dinora Guadalupe López Segura
Cuentan que en 1850 vivía la hija de teniente Rocha, llamada María y a ella le gustaba ir a los bailes. Un día conoció a un muchacho llamado Iván, le dijo quieres ser mi novia y ella le contestó que sí, pero su papá, el teniente Rocha no la iba a dejar salir e Iván contestó, no importa y María dijo está bien nos veremos mañana. Entonces fue y se dio cuenta de que al lado de la casa de María vivía una bruja, por eso casi no iba a verla.
Un día el papá de María salió fuera y dejo encargado a un velador y ese mismo día Iván iba a verla y se dieron un beso y el velador los vio y como el teniente Rocha estaba descansando en el mesón fue y le dijo. Oiga señor su hija está con un jovencillo llamado Iván, el teniente soltó su yegua, María le dijo a Iván vete vete, ahí viene mi papá y como a la bruja le caía mal Iván, por eso traía su yegua y le aburrían los trotados del caballo, se aburrió y decidió embrujar a María para que no la quisiera a Iván y al siguiente día le fueron avisar a Iván que María se estaba muriendo de una brujería, Iván agarró su yegua y se fue, el padre de María no quería llevarla al hospital, mientras el teniente Rocha iba a buscar una bruja Iván la sacó de las cobijas y la montó en la yegua, se la llevó por un callejón muy angostito y María se cayó de la yegua, entonces Iván se bajo y la levantó, María abrió los ojos y le dio un beso a Iván y se murió en sus brazos.
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